jueves, 8 de septiembre de 2011

transustanciación de las sensaciones en imágenes oníricas

El proceso de la génesis de las imágenes oníricas sobre la base de los.estímulos somáticos es ex-
plicado por Krauss en la forma siguiente: la sensación provocada despierta, conforme a una ley asociati-
va cualquiera, una representación afín a ella, con la que se enlaza para constituir un producto orgánico.
Mas con respecto a este producto se conduce la consciencia de una manera distinta a la normal, pues no
concede atención alguna a la sensación misma, sino que la dedica por entero a las representaciones
concomitantes, circunstancia que, desorientando a los investigadores, les había impedido llegar al cono-
cimiento del verdadero estado de cosas.

Freud, la interpretación de los sueños.

C.G.Jung. Respuesta a Job: La victoria del vencido, del oprimido, es clara: Job tenía mayor altura moral que Yavé. La criatura había superado al Creador en este aspecto. Siempre que un acontecimiento ex- terno tropieza con un saber inconsciente, este último puede hacerse consciente. En este caso el .acontecimiento externo se reconoce como algo deja vu, y se hace memoria de un saber preexistente acerca de él. La superioridad de Job no podrá ser ya eliminada del mundo. Con esto surge una situación nueva, sobre la que es necesario pensar y reflexionar. Ésta es la razón por la que interviene la Sabiduría. La Sabiduría favorece el necesario acto de reflexión, y de esta manera hace posible la decisión de Yavé de hacerse hombre. Esta decisión tiene graves consecuencias: Yavé se eleva sobre su primitivo estado anterior de conciencia, al reconocer indirectamente que el hombre Job es moralmente superior a él, y que ahora él tiene que reconquistar el ser del hombre. Si Yavé no hubiese to- mado esta decisión, habría caído en una flagrante contradic- ción con su omnisciencia. Yavé tiene que hacerse hombre, porque ha sido injusto con el hombre. Yavé, el guardián de la justicia, sabe que toda injusticia ha de ser reparada, y la Sabiduría sabe que también sobre Yavé impera la ley moral. Ydvé tiene que renovarse, porque su criatura le ha superado.
1 También en la tradición cristiana existe la opinión de que el demonio conocía ya desde muchos siglos antes la intención de Dios de hacerse hombre, y por ello sugirió a los griegos el mito de Dionisios, para que, cuando la buena nueva llegase realmente a ellos, pudiesen decir; "Esto lo conocimos nosotros ya desde hace mucho tiempo." Cuando, más tarde, los conquistadores descu- brieron en Yucatán las cruces mayas, los obispos españoles emplearon de nuevo este mismo argumento. Dioniso tuvo un nacimiento inusual que evoca la dificultad de encajarlo en el panteón olímpico. Su madre fue una mujer mortal, llamada Sémele, hija del reyCadmo de Tebas, y su padre Zeus, el rey de los dioses El investigador moderno Barry Powell cree que las nociones cristianas de comer y beber la «carne» y la «sangre» de Jesús fueron influidas por el culto a Dioniso. En otro paralelismo, aduce Powell, Dioniso fue también peculiar entre los dioses griegos, como deidad comúnmente percibida dentro de sus seguidores. El vino era importante para Dioniso, a quien se imaginaba como su creador; la creación de vino a partir de agua aparece también en las Bodas de Caná. En el siglo XIX, Bultmann y otros compararon ambos temas y concluyeron que la teofanía dionisíaca estaba transferida a Jesús. En Élide, durante las Tías, el festival de Dioniso, los sacerdotes colocaban tres tarros en una habitación sellada y al día siguiente aparecían milagrosamente llenos de vino

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Miedo e inconsciente





Jung

2 Es un error suponer que una visión es ya eo ipso patológica. Es cierto
que en los hombres normales no es corriente tener visiones, pero tampoco es
demasiado raro.
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lo numinoso por Jung

Respuesta a Job.
I. EL HOMBRE Y YAVÉ
A LAS palabras, de Yavé, Job responde {Job XXXIX, 37-8);
]He aquí que yo soy vil! ¿Qué te responderé?
Mi mano pongo sobre mi boca.
Una vez hablé, y no responderé:
Aun dos veces, mas no tornaré a hablar.*
En efecto, ante la vista inmediata de la potencia infinita
del Creador ésta es la única respuesta posible para un testigo
que todavía lleva dentro de sí el terror de ser aniquilado casi
totalmente. ¿Qué otra respuesta podría dar en estas circuns-
tancias un gusano humano, que está casi triturado y se arras-
tra por el polvo? A pesar de su lastimosa pequenez y de su
debilidad, este hombre sabe que se enfrenta a un ser sobre-
humano, y que éste es extraordinariamente susceptible en
cuanto a su persona. Por ello en cualquier caso lo mejor es
prescindir de toda consideración crítica y no mencionar ciertos
derechos morales que uno esperaría tener también frente a
Dios.
La justicia de Yavé es ensalzada. Job quisiera presentar
ante él, el juez justo, su queja y la protesta de su inocencia.
Pero Job duda de esta posibilidad: "¿Y cómo se justificará el
hombre con Dios? Si quisiere contender con él, no le podrá
responder a una cosa de mil... " "Aunque fuera yo justo ... "
Yavé le "ha aumentado [sus] heridas sin causa". "Al perfecto
y al impío él los consume. Si azote mata de presto, ríese de la
prueba de los inocentes." "Sé —dice Job a Yavé— que no
me darás por libre; yo soy impío." Aun cuando Job se purifi-
case, Yavé lo "hundirá en el hoyo". "Porque no es hombre
como yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a
juicio" (IX, 2-32). Pero Job quiere aclarar a Yavé su punto
de vista, quiere levantar su queja, y le dice que sabe que él,
Job, no es impío y que "no hay quien de tu mano libre" (X,
7). Job "quería razonar con Dios" {XIII, 3). Job dice "de-
fenderé delante de él mis caminos" (XIII, 15). Job sabe que "será justificado"; Yavé debería citarle y darle una res-
puesta, o al menos permitirle presentar su queja. Valorando
exactamente la desproporción entre Dios y el hombre, Job le
hace esta pregunta: "¿A la hoja arrebatada has de quebrantar?
¿Y a una arista seca has de perseguir?" (XIII, 25) Dios "ha
violado su derecho", le "ha quitado su derecho"; Dios "no se
preocupa de la injusticia". "Hasta morir no quitaré de mí mi
integridad. Mi justicia tengo asida, y no la cederé" (XXVII,
5-6). Su amigo Eliú no cree en la injusticia de Yavé: "Dios
no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho"
(XXXIV, 12), y fundamenta esta opinión, de manera ilógica,
naciendo referencia al "poder". No se le debe llamar "per-
verso" al rey ni "impíos" a los príncipes. Hay que "hacer
acepción de personas de príncipes", y "respetar más al rico que
al pobre". Pero Job no se deja amedrentar, y dice estas sig-
nificativas palabras: "Mas he aquí que en los cielos está mi
testigo, y mi testimonio en las alturas... Mas a Dios desti-
larán mis ojos. ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios,
como con su prójimo' (XVI, 19-21) y en otro pasaje dice:
"Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el
polvo" (XIX, 25).
Las palabras de Job dejan ver claramente que, aunque
duda que el hombre pueda tener razón contra Dios, le cuesta
abandonar el pensamiento de enfrentarse a Dios en el plano
de la justicia y, con ello, en el de la moral. A Job le cuesta
trabajo entender que el capricho divino viole la justicia, pues,
a pesar de todo, no puede abandonar su fe en la justicia di-
vina. Pero de otra parte tiene que concederse a sí mismo que
no es otro, sino Yavé mismo quien le hace injusticia y violen-
cia. Job no puede negar que se encuentra frente a un Dios al
que no le importa el juicio moral, y que no reconoce ninguna
ética que le obligue a él. En esto reside sin duda la grandeza
de Job: en no dudar, ante esta dificultad, de la unidad de
Dios, sino ver claramente que Dios se encuentra en contradic-
ción consigo mismo, y esto, además, de manera tan total, que
Job está seguro de encontrar en Dios un protector y un abo-
gado contra Dios mismo. La bondad de Yavé se le presenta
a Job con la misma certeza que su maldad. De un hombre que
nos hace mal no podemos esperar que nos ayude al mismo
tiempo. Pero Yavé no es un hombre; Yavé persigue y ayuda a la vez; tan real es en un aspecto como en el otro. Yavé no
está dividido, sino que es una antinomia, una total contradic-
ción interna; éste es el presupuesto necesario de su tremendo
dinamismo, de su omnipotencia y de su omnisciencia. A este
conocimiento*'Se aferra Job para "defender sus caminos" ante
Yavé, es decir, para aclararle su punto de vista; pues, a despe-
cho de su cólera, Yavé es también, frente a sí mismo, el abo-
gado del hombre que tiene algo de qué quejarse.

Quinto Septimio Florente Tertuliano,

* "Mientras más verdaderos son estos testimonios del alma tanto más sim-
ples son; cuatro más simples tanto más vulgares; cuanto más vulgares tanto
más comunes; cuanto más comunes tanto más naturales; cuanto más naturales
tanto más divinos. Creo que a nadie podrán parecerle frivolos y superficiales
si contemplamos la majestad de la naturaleza de la que proviene la autoridad
del alma. Lo que se concede a la maestra, ha de reconocerse a la discípula: la
naturaleza es la maestra, el alma la discípula. Lo que aquélla enseñó o ésta
aprendió les fue dado por Dios, que es el maestro de la maestra misma, y lo
que el alma recibe de su maestro supremo puedes juzgarlo en ti mismo por tu
propia alma: siente a la que te hace sentir, considérala como la vidente que
te señala los acontecimientos del futuro, la que interpreta los signos y te
protege en los resultados. ¡Qué maravilloso sería si aquella que Dios ha dado
a los hombres pudiera predecir! Más maravilloso es que reconozca por quién
ha sido dada." (Migue, Patr. lat„ t. I, col. 615 ff)

martes, 6 de septiembre de 2011

Dice San Pablo

Dice San Pablo:

“Veo en mis miembros otra ley que lucha con las leyes de mi mente. El bien que yo
quiero no lo tengo; pero el mal que yo no quiero, ese lo tengo... la voluntad está conmigo;
pero el realizar lo que es bueno, eso es lo que yo no sé.”